martes, 30 de octubre de 2007

Una leyenda que les gusto...

La Planchada

Esta leyenda fue de las más populares del siglo XX, también es conocida como "La Enfermera Visitante", evoca muchas narraciones misteriosas ocurridos en el Hospital Juárez, el Centro Médico, además de clínicas y centros de salud de la Ciudad de México y sus alrededores.

Una de las versiones de cómo ocurrieron los hechos que dieron origen a la leyenda narra que una enfermera de nombre Eulalia entró a formar parte del personal de un hospital civil, y en poco tiempo se ganó la simpatía y el afecto del personal médico y administrativo.

La joven enfermera era de buena presencia, y vestía su ropa siempre con una blancura impecable, y muy bien almidonada y planchada.

Era entregada a su vocación por atender a los pacientes, en una ocasión el Director del hospital llamó al personal porque iba a presentar a un médico de nuevo ingreso, pero sin embargo ella no acudió al llamado porque se encontraba atendiendo a un paciente.

El médico recién llegado se llamaba Joaquín, era joven y recién egresado, y después de un corto tiempo en el hospital se rumoraba que era orgulloso y envanecido. Cierto día se le encomendó a la enferemera Eulalia que auxiliara al Doctor Joaquín, quien iba a extraer una bala a un paciente que llegaba de urgencia.

Ver texto completo....


http://www.efrenrubio.com/leyendas.htm

http://www.redmexicana.com/leyendas/

10 comentarios:

Ame dijo...

Hola!!!!!
sabe no deveria hacer eso.
Empezar la historia y cortarla cuando ya esta interesante, no se, se siente feo de ya te estes adentrando a la historia y de rrepente te la corten.
Bueno despues del pequeño regaño, ja, ja, ja, quiero darle las gracias, pues no habia tenido la oportunidad de leer la leyenda de la planchada, la habia escuchado, en los programas de television pero hasta ahi.

Mariana Muñoz dijo...

Es una de las leyendas que más me gustan y la verdad se las recomiendo mucho pues,como verán es muy interesante además de que no es difícil encontrarla...después de todo,como comenta Amelia, la han usado para varios programas de televisión.

Siempre sabiduría dijo...

Me gustó, esta muy interesante.
Desde un principio te mete a la historia, y lo que quieres es ver el desenlace.
No te da miedo, pero tiene suspenso.
Por cierto, coincido con Amelia en que nos corta la historia en lo interesante, no se vale!!!

rosy dijo...

hola!!!!
NO havia entrado por que no savia como pero ya lo logre lo que me gustaria desirle es una leyenda de amor ¿sabia que las leyendas de amor son las mas bonitas?
La Leyenda del Árbol del Amor
(Leyendas de Zacatecas)



CAMINANTE, DETÉN SÓLO un momento tu laberíntico deambular y sígueme; te guiaré hasta un frondoso árbol siempre verde llamado, según unos Aralia paperifer, de origen europero y según otros Simporicarpium, de origen asiático, pero al que nosotros llamaremos con el nombre que le ha dado la leyenda, de "Árbol del Amor". Es un árbol muy especial, perteneciente a una especie sumamente rara, tanto que se dice que no hay otro ejemplar en el continente americano ; eso explica la confusión de quienes han tratado de identificarlo con alguna especie conocida, y si algún día en país exótico te topares con uno, te preguntarás si también encierra una singular historia de amor, como la que me contara don Pepe Salas, el afable custodio del convento de San Agustín.

En pleno centro de la ciudad de Zacatecas, a espaldas del portal de Rosales y frente al ex convento de San Agustín, encontrarás una plazoleta arbolada que otrora fuera un minúsculo jardín. Es la actual plazuela de Miguel Azua. En este apacible rincón se daban cita feligreses, vendedores y aguadores, en cuya cotidiana calma provinciana la prisa no tenía lugar y sí la vida y el calor humano. Ahí, regado con el vital líquido que le sustentaba y con las lágrimas derramadas en silencio por tres seres marcados por un destino común, se encuentra el árbol que fue testigo de sus amores.

En el pasado, el templo de San Agustín daba vida espiritual a este bello rincón de ensueño, propicio al atardecer para los enamorados. El aroma de exquisito incienso emanado del templo, al igual que las plegarias de los fieles, creaban una mística sensación sedante de descanso para el cuerpo y tranquilidad para el espíritu.

Allá por 1850, un francés llamado Philipe Rondé, con admiración se extasiaba mirando la artística fachada del templo que, sentado en el jardín, dibujaba día a día. Este histórico dibujo es el único que se conserva del templo de San Agustín, que nos transmite un esbozo del pasado esplendor ornamental que poseyó, bárbaramente cercano a ciencia y paciencia de ignaro gobernante de principios de este siglo, en pleno porfiriato, ante la desesperación de un pueblo y sus dirigentes eclesiásticos. De nada sirvieron los amagos de excomunión frente a las amenazas de muerte dirigidas a presidiarios obligados a mutilar con cincel y marro la religiosa fachada.

Oralia, la hermosa jovencita de leyenda que dió origen al nombre con que popularmente se conoce al árbol, vivía en una de las señoriales casas que daban marco colonial al jardín. Con la lozanía de su edad, propicia para el primer amor, su cantarina risa contagiaba la alegría de vivir a todo lo que la rodeaba.

Era Juan un humilde pero risueño y noble barretero, que aun despierto soñaba encontrar la brillante veta de plata para ofrecérsela a Oralia, a quien amaba en silencio, mas al sentirla cerca la conciencia de su pobreza la alejaba como la más remota estrella.

Por las tardes, al salir de la mina, Juan se convertía en alegre y locuaz aguador, siempre acompañado del paciente burro al que recitaba sus improvisados versos de amor, caminando más de prisa con la dulce ilusión de contemplar a Oralia al entregarle el cristalino líquido, parte del cual era destinado de inmediato a regar las plantas del jardín y en especial el árbol que cuidaban con esmero.

La juvenil Oralia sentía a su vez nacer un entrañable cariño, más allá de la amistad, por el locuaz aguador que por su parte día a día se ganaba también la estimación de las familias.

Mas sin saberlo Juanillo tenía un rival, que tras la etiqueta de la cortesía y modales refinados, conquistaba cada vez mayor campo en el corazón de Oralia, quien experimentaba la ruborosa turbación de sus encontrados sentimientos, ante la presencia de Pierre, aquel francés que la colmaba de atenciones.

El destino había traído precisamente a su casa al francés al ocurrir la ocupación por las tropas invasoras en 1864, y por cortesía las familias dispensaban un trato deferente al extranjero, eximiéndolo de responsabilidad por los actos de un gobierno al que debía obediencia. El francés, siempre impecable en sus modales y pulcro en el vestir, les visitaba no tanto por corresponder a la amabilidad de la familia, sino con la secreta esperanza de impresionar a Oralia, de quien se había enamorado.

Con el permiso de los padres, solían sentarse bajo la sombra del árbol que Oralia regaba y cuiaba; entonces la joven dejaba volar su imaginación al escuchar la descripción que de su patria le hacia Pierre.

Juanillo sufría en silencio al contemplarlos juntos, incapaz de hacer nada para evitarlo, y al comprender la fatalidad de las barreras sociales que lo separaban de su amor, soñando siempre con encontrar la veta de plata que le ayudara a realizar sus sueños.

Trabajaba duro en minas abandonadas, soportando la fatiga; al final de la jornada, el agua de las minas limpiaba el polvo que cubría su piel, haciendo huir el cansancio, para dirigirse a con su fiel burrito a llenar sus botes del agua de la fuente y repartirla a las familias con quienes se había "amarchantado", cuidando de dejar al final la casa de Oralia para disponer de un poco más de tiempo en su compañía.

La simpatía del humilde enamorado hacía que Oralia lo esperara con impaciencia para que le ayudara a regar su árbol, como ya se había hecho costumbre. Al hacerlo, su regocijo se manifestaba en el lenguaje secreto de los enamorados; el árbol lo sabía y el susurro de sus hojas se confundía con el rumor de las risas de los jóvenes, mientras su follaje se inclinaba, en un intento de protegerlos de miradas indiscretas.

Dolía el corazón a Oralia cuando una tarde se encaminó hacia el templo. Postrada ante el altar, lloró en silencio al comparar dos mundos tan opuestos; su plegaria imploraba ayuda para tomar la decisión acertada en tan cruel dilema sentimental.

Al salir del templo y dirigirse a su casa sin haber logrado adoptar una resolución, se sentó en silencio bajo el árbol y el llanto volvió a sus ojos, su angustia provocaba la alteración del ritmo de los latidos de su corazón, cuando en su regazo cayó suavemente un racimo de cristalinas lágrimas que conmovido el árbol le ofrecía como amigo amoroso en su desconsuelo, y al contacto de sus tiernas manos, las lágrimas del árbol se convirtieron en un tupido racimo de blancas flores.

Oralia recuperó la paz junto a su árbol y encontró el valor suficiente para decidirse por su barretero, sin importarle su humilde condición.

Al día siguiente, el francés se presentó puntual en la casona y con semblante aduso informó de su próxima partida de la ciudad y del país. Otros vientos políticos flotaban en la nación y era urgente su traslado a Francia. Se llevaba el corazón destrozado por verse obligado a abandonar el afecto que había encontrado, y la despedida le resultaba aún más amarga al saber que jamás volvería a ver a Oralia, quien lo despidió junto al árbol, ahora ya tranquila al comprender que había tomado la decisión más correcta de su vida.

Mientras tanto, en la profundidad de la mina donde había cifrado sus esperanzas, Juan vislumbraba un tenue brillo, tan sutil y huidizo como la ilusión; una corazonada hizo intuir al gambusino la veta que buscaba, y con nuevos bríos continuó excavando con su barreta la dura roca que aún se resistía a entregar al imberbe joven su argentífera savia.

Al día siguiente, al llegar con el agua, Oralia lo notó más alegre y locuaz que de costumbre; no se pudo contener y al verlo tan feliz y sin pensarlo le estampó un impetuoso beso junto al Árbol del Amor que regaban ahora entre risas.

Juan ni de su rica veta de plata se acordó, y olvidó completamente el discurso que toda la noche había ensayado, al ver caer racimos de flores blancas del árbol, que así compartía la culminación de tan bello idilio en aquel tranquilo jardín, hoy plazuela de Miguel Auza frente al ex templo de San Agustín.

Desde entonces, las parejas de enamorados consideran de buena suerte refugiarse bajo las ramas del Árbol del Amor, para favorecer la perduración de su romance.




"Leyendas de Zacatecas; Cuentos y Relatos"

Anónimo dijo...

Hola soy Luis. Valla, una de las mejores leyendas para mi gusto y una que me dio miedo cuando era chiquito porque un dia me tuvieron que operar de la apendice y me internaron pero cada noche siempre me daba miedo que en una de esas se me apareciera jajaja

Anónimo dijo...

JIMENA
HOLA
me gusto mucho la pagina por que nos sirve como podemos elaborar los trabajos

Anónimo dijo...

¡hola!
me gusto mucho la leyenda pero no se vale quecuando tengo tiempo usted no la ponga compreta me quede con ganas de saber lo demas,pero bueno ni hablar hablando de leyendas yo he leido algunas pero creo que la mejor manera de poderles llamar seria mitos ya que no tenemos la seguridad de que estos hechos allan sido reales bueno ese es mi comentario con respecto a las leyendas

KAREN dijo...

PARA QUE VEA MIS QUE SI LE PONGO9 ATENCION ESA FUE LA QUE DIJO EN CLASE EL DIA DE MUERTOS JAJA, AUQUE LE FGALTO UN POQUITO PERO USTED NO LOS CONTO BIEN EN LA CLASE

Anónimo dijo...

RECONCILIACIONES
Puedo reconciliarme
con la luna tediosa y congelada
con la puerilidad de los profetas
con el viejo sudario del crepúsculo

puedo reconciliarme
con el milagro de las pesadillas
con el recodo del triste invierno
con la cursilería del laúd

pero nunca podré reconciliarme
con los buhoneros de la muerte
los cascabeles del olvido
los sicofantes de mi pánico

nunca podré reconciliarme
con los depredadores de mi gente
el aguinaldo de los delatores
la desmemoria de los fusileros.








EL AMOR ES UN CENTRO
.
Un tallito de verdes y un añoso algarrobo
las veinticuatro horas yel instante bisagra
una vislumbre dicha por las manos de un ciego
el amor es un centro con extrañas filiales

clausura y campo abierto
los barcos que dialogan tras la niebla
musgo y cáliz del sexo
la fogata en el ángelus inmovil
las tiernas recompensas
las durísimas penas
el amor es un centro con extrañas filiales

todo eso y mucho más
y mucho menos y otros rubros
sintetizado yo diría
que así en la guerra como en los celos
el amor es también una alcachofa
que va perdiendo sus emblemas
hasta que se queda una fruición
una esperanza
un fantasmita.

Anónimo dijo...

RECONCILIACIONES
Puedo reconciliarme
con la luna tediosa y congelada
con la puerilidad de los profetas
con el viejo sudario del crepúsculo

puedo reconciliarme
con el milagro de las pesadillas
con el recodo del triste invierno
con la cursilería del laúd

pero nunca podré reconciliarme
con los buhoneros de la muerte
los cascabeles del olvido
los sicofantes de mi pánico

nunca podré reconciliarme
con los depredadores de mi gente
el aguinaldo de los delatores
la desmemoria de los fusileros.








EL AMOR ES UN CENTRO
.
Un tallito de verdes y un añoso algarrobo
las veinticuatro horas yel instante bisagra
una vislumbre dicha por las manos de un ciego
el amor es un centro con extrañas filiales

clausura y campo abierto
los barcos que dialogan tras la niebla
musgo y cáliz del sexo
la fogata en el ángelus inmovil
las tiernas recompensas
las durísimas penas
el amor es un centro con extrañas filiales

todo eso y mucho más
y mucho menos y otros rubros
sintetizado yo diría
que así en la guerra como en los celos
el amor es también una alcachofa
que va perdiendo sus emblemas
hasta que se queda una fruición
una esperanza
un fantasmita.
mario benedetti